Wednesday, December 10, 2014

Días de Olvido



"Días de olvido"


Extraño 
los días de olvido de la infancia,
donde todo era presente y juego,
la religión era un mito verdadero
y los miedos se acababan al sentir tu pecho 
o tus consuelos.

El tiempo que poseía mis cabellos lacios, 
también lo extraño;
cuando negros caían pesados hacia mi frente 
y hacia mis ojos,
y cómo brillaban todos fulgurantes 
apenas después del baño.


Extraño 
ese único cansancio de jugar tanto y llorar tan rápido, 
aquél gozo de escupir los sabores 
que solo yo consideraba rancios.



Extraño 
ver la lluvia cayendo 
y mi imaginación con ella explotando,
contemplando el viento y los árboles
detrás del vidrio
y esos torrentes de agua por las calles inundando.



¡Me siento tan lejos de esos tiempos!,
de ese fácil olvido,
¡de ese cariñoso cansancio!



Ahora a la religión le temo,
y tu pecho y tus palabras 
por más que los invoco... 
ya no los traigo.




(Toronto, Canadá. Gustavo Thomas © 2012-2014) 


Monday, November 24, 2014

Sigo tus pasos (2013)



Volcán from Omar Ramírez Casas on Vimeo.*




SIGO TUS PASOS



Miro aquello que de ti me queda
y en tus olores me desvanezco.

No siento ya mi sombra que es tuya,

porque estoy solo,
porque tu color yo pierdo,
porque aquí sin forma,
 tú,
descarnado me dejas.




(Gustavo Thomas © 2013)




Tuesday, November 11, 2014

Un mancha color de mar

Juan Soriano, "Hombre recostado con peces" (Huecograbado. 1989)




Una mancha color de mar



En mi pecho hay una mancha color de mar.
Sus olas permanecen ocultas a los ignorantes, 
ante la mirada de los otros 
se secarían dejando a los peces sin un lugar para saltar.

La veo cada mañana en el espejo; 
cuando leo y releo las cartas del pasado; 
la veo cuando me tropiezo ante un charco; 
y también cuando lloro porque el viento a mi ojo ha traído algo.


En momentos me da pena tenerla aquí.
¡Aquí!

En momentos la olvido.
Prefiero usar el olvido que siempre nos evoca el mar.

El mar

Es cierto, él provoca sentimientos encontrados dentro mí: 
a veces lloro por lo inmenso de la vida, 
a veces me atormento y hago más olas de pequeñas situaciones, así sin más.

Creo no encontrar paz, 
como si mi corazón, que está en mi pecho, 
navegase días y días sin rumbo, sin radar.

¡Esa mancha, estoy seguro, es un problema oculto de mi vida sentimental!

Hace unos días me hundí en ella, 
me parecía tan oscura y densa 
como la piel de ese musculoso marino 
al que yo perseguía a diario 
sin poder detener mis deseos.

¡Esta vez él y yo juntos ya habíamos caído!

Ese día también entré a mí.

Encontré ahí caballos de crines rubias relinchando, 
toros estocados desangrados, 
algunos otros animales de mis antepasados. 

Encontré también a mi abuela, 
curándome en su templo; 
a mis padres por su hijo sollozando; 
a mi hermano muerto 
que caminaba por un parque justo antes de irse a jugar fútbol.

Ahí también volví a encontrarme al poderoso marino que seguía en mis sueños, ahora muerto. 
Sus ojos se saltaban hasta perder la gravedad. La ropa en jirones flotaba; sus antes grandes músculos ahora eran nidos de pececillos que lo comían sin escrúpulos.

Me senté a contemplar el movimiento del agua en el mar.

Hundido en esa mancha he permanecido algunos días. 
Mis manos arrugadas demuestran el efecto de la sal en mi piel. 
Mis ojos no lloran... mis lágrimas son agua de mar.

Aquí no hay espejos a los que cada mañana debemos mirar.

No he visto sirenas, ni silenos, ni faunos nadadores, ni hadas brincando entre fantásticos corales.

Estoy solo aquí en mi mancha, 
solo, 
solito, 
con mi mano al pecho, 
resguardando ésta mi salada vergüenza.

Ayer mismo lancé una botella con una nota dentro y la dejé a la deriva, pero no siento seguridad:

¿Quién busca notas de náufragos

dentro de manchas color de mar
que se encuentran en el pecho de un hombre 
que habla como un loco de atar?



(Gustavo Thomas © 2002-2014 )

Friday, October 31, 2014

San Sebastián de Mishima

Yukio Mishima como San Sebastián (Fotografía de Eiko Hosoe)



"San Sebastián de Mishima"



Dolor que de ti yo veo,
como el placer que me llega sin tocarte.

Sudor que se desliza del cielo agonizante
y empapa tus axilas y lo corto de tu pelo.

Tu pecho y de tu abdomen... 

Sus ralos vellos,…

Profundas
las heridas de las flechas apenas te desangran,
como si besaran la cuerda que te amarra,
como si mordieran en lo alto 
esas manos que sin fuerza se desatan.

Soy el árbol y el bosque que te encuadra,
duro, frondoso, 
exhorbitante cubierta de tu cuerpo;
santo hermano,
brote de deseo humano entre telas abultado,

por ti y al verte, 
falto de color,
de inquietud de ti me duelo.



(Gustavo Thomas © 2012-2014)






Monday, October 6, 2014

El amante de Beirut


Gustavo Thomas fotografiado por Saad Zaal Salloum en Beirut, Líbano (2013)



Beirut de noche, 
Beirut de día,
Beirut en mi cama, 
en el suelo, en mi patio.

Me hizo falta escuchar las notas de tu pueblo
para descubrir que te quiero
aquí de nuevo
y que ya impotente, no te puedo.

Tengo aquí tus labios,
cubiertos con el manto de tus ojos penetrados,
con ese tu dolor
y aún más, la memoria de un silencioso duelo.

Deambulo en tus imágenes que no están cerca
moviéndome al ritmo que nuestros cuerpos al sol lo hicieron,
en su cama, en su sala, en su patio,
¡como dos limpios e ingeniosos hermanos!

Fueron esos giros y esas vueltas 
los que me dejaron ahogando,
nadando en culpa de tu amor. 
Mis lágrimas convertidas en un irónico pantano.

Es tu ausencia aquello que me empapa.
Tambaleante mal mi mano 
ahora me detiene,
extraño no ver tu rostro, que se me pierde,
sin besar ya tu sal por ningún lado. 

Te conocí sin remedo ninguno
descritos claros mis puntos y los tuyos
probaste todo de mí y repetiste con gusto
dijiste -más te quiero-, continué 
y las veces se siguieron.

Pasaron noches, días, camas, suelos,
hasta el tiempo que me contaste tus sueños.
Fui tentado a exponer mi pienso.
Te dejé ir, 
y ninguno de los dos quedó en recelo.

Era tu futuro, tu libertad,
tu crecimiento,
lejos de donde tu pueblo ejerce sus moralinos misterios.

¿Qué hiciste con tu cuerpo en ese tiempo?
¿Lo diste, lo vendiste 
o lo pesaste en dinero?

No lo sé, estabas lejos;
me llamaste tarde,
ya estabas recostado, muerto.

No entendí tus gritos que fueron escritos
ni ese -volver yo quiero-
el estar en confusión sin rumbo,
necesitar hablar y recibir de mí otro consejo.

¡Qué triste es saber que te amo sin haberte ya tenido,
 y querer estar contigo sin poder ahora conseguirlo! 

Beirut de noche,
Beirut de día...

Tu muerte le canta hoy a mis pies y a mis cansados brazos.
Apenas pronuncio tu nombre 
y la sangre corre
con el roce de mis labios.

Beirut en mi cama,
en el suelo, en las lozas frías de mi patio.



Gustavo Thomas © 2013-2014


Monday, August 18, 2014

Mi muerte

Mi muerte (Trabajo digital sobre fotografía. Gustavo Thomas © 2013)





Mi muerte tiene la lengua de lado,
sangre en la nariz
y los párpados bien cerrados.

Es cruel y sorpresiva.

A mi muerte se le llama por teléfono,
está tendida en el suelo,
semidesnuda,
con policías y reporteros trabajando.

No tiene frío, calienta.

Mi muerte aparece con un sonido sordo,
algunos llantos,
alquien que no quiere ver,
que parece nada entiende,
apretándose los dedos y los labios.

Las ventanas se cierran cuando ya se ha ido.

Mi muerte es la noche ya entrada
o el día más que nublado,
persianas que ante el sol al suelo bajan;
rezos, flores, incienso, lentes opacos.
 
El cementerio a lo lejos; 
aquél niño, en un auto encerrado.

Madre que llora su hijo,
hermano que pide a un santo,
amigos que nunca regresaron,
un padre infiel al que se le hizo de lado.

¡La familia es una mitología de desaparecidos!

Mi muerte está tirada en el vapor de un baño,
escribiéndome correos.
A ella le hacen homenaje,
yo grito en el suelo, golpeando, salvaje.

En la lejanía la he soñado y de ella aprendo.

Mi muerte ya vieja se despide de los suyos
y yo que le pertenezco me niego a verla,
la encuentro después en una caja
dormida, silenciosa,
la llevan a enterrar, despedida la dejan sola.

Recuerdo cuando enfermo me limpiaba con sus amorosas manos.

Mi muerte es aquella de mis otros
que lloran o desmayan al saberla,
un abrazo es en la noche 
apoyado al sentirse amado
un pecho silencioso cuidando.

Su madre no fue la mía que aún presume la vida.

Mi muerte es un padre en su ausencia;
recuerdos y sueños de una culpa,
frialdad al recibirla,
más llamadas sin visitas.

Mi muerte es mi odio y es mi desidia.

Mi muerte es todas las muertes que se juntan
y ese olvido de los antiguos desterrados.

La nada que se filosofa en una cama aguada.

Mi muerte es un sello legal
que en la memoria de mi piel quedó plasmado,
su tinta se esparce como sangre
inundando hileras de archivos en forma de barcos
y sí, es un rezo no escuchado.

Caminar por un cementerio
leyendo nombres.

No le temo...
pero no se olvida nunca el eco de su paso.




(Gustavo Thomas © 2012-2013)



Tuesday, August 5, 2014

Las cenizas del maestro*


Gustavo Thomas durante un ensayo de Las Cenizas del Maestro (México, D.F. Omar Ramírez Casas © 2014)






La danza del padre 1


Aquellos que nos precedieron
hoy solo cenizas son
en nuestros dedos polvo
en el recuerdo volando
caliente flotando
molesto cae
quemando los ojos
los pies
el sueño



Las cenizas del maestro


Aquellos que nos precedieron
nos dejan un camino denso
es su propio peso
nos desintegramos a su invocación
es el olvido
nos desplazamos hundidos
en la presencia de sus libros
voces
gestos




En el jardín de las cenizas


Aquellos que nos precedieron 
sembraron su semilla en nuestro cuerpo
somos un jardín de flores
donde sus cenizas crecen
al cielo olemos sus palabras
y sus retratos
ese es nuestro duelo
somos los hijos de su dejo amoroso
ofrecemos su legado eterno





(Gustavo Thomas © 2014) 



* Este conjunto de tres poemas fue originalmente escrito para la tres piezas de Butoh que presenté en México, D.F. y en Morelia, Michoacán en marzo y abril de este 2014 bajo el nombre de Las cenizas del Maestro.